Ignacio, Leandro y Nicolás lucen sus videojuegos en el mundo

Ignacio, Leandro y Nicolás lucen sus videojuegos en el mundo

Tres productos desarrollados en Mendoza serán colocados en el exterior, en una industria que mueve millones de dólares

«Esta industria vino para quedarse, nos guste o no», dijo Ignacio Baldini (32) desde un hotel de Berlín.

Leandro Agostino (31), también desde la capital de Alemania, sostuvo que «se está empezando a notar un crecimiento y un resultado de todo el laburo de hormiguita que venimos haciendo». El que cierra la trilogía es Nicolás Recabarren (25), que desde Mendoza contó que «juegos con propiedad intelectual propia este año se han comenzado a desarrollar con más fuerza».

Los tres son mendocinos que se preparan para colocar sus videojuegos en el exterior y además hablan sobre el crecimiento que está teniendo esta industria a nivel mundial. Los dos que se encuentran en Europa desde el martes y hasta el 25 de agosto participarán en la ciudad alemana de Colonia de la Gamescom, la mayor feria del mundo y el evento más esperado de juegos interactivos y entretenimiento interactivo, donde buscarán hacer contactos, negociar y aprender aún más sobre este universo gamers.

«Vamos a participar en una de las ferias más grandes en cuanto a videojuegos se refiere, así que es sumamente interesante. En toda industria es importante que te conozcan, y una de las cosas que he venido a hacer es eso: hacerme conocer», dijo Nacho Baldini, socio fundador de Bacus Studios, la empresa creadora de Trident, un juego cooperativo de ciencia ficción, pensado y desarrollado para consolas.

A pocos metros de él, Leandro Agostino, de Scubalithg Studios, la empresa que desarrolló «El carnaval de la muerte», «un juego bonito, para jugadores casuales, de celular, chiquito pero superencantador», recorre los lugares más emblemáticos de Berlín y nos define su trabajo.

 

«Hasta ahora todos los juegos que he hecho son para celulares, porque el negocio es distinto, es para todos. Las consolas son para jugadores más firmes. El del celular es un mercado distinto, se apunta a otro tipo de consumidor. Hoy cualquiera saca el celular del bolsillo y se pone a jugar», agregó Agostino.

La feria de Alemania está dividida en dos partes. Por un lado están los negocios, donde se tejen acuerdos y se charla con las empresas que ofrecen servicios, como distribuidoras o editoriales. Mientras, la segunda es de exposición, donde los participantes tienen la posibilidad de mostrar los juegos, más apuntado a consumidores.

Ethereal es el tercer juego en cuestión, con varias nominaciones en eventos internacionales y un premio en el 2017 en el Big Festival, que se organiza todos los años en San Pablo, Brasil.

«Ahora hemos cerrado con una empresa de Estados Unidos que se llama Humble Bundle, que lo va a publicar y el lanzamiento será el mes que viene. Como las discográficas, tienen un sello de original, y todos los meses hacen una publicación con esos juegos y en este caso sería el nuestro», contó Nicolás Recabarren, de la empresa Nonsense Arts.

En líneas generales, y más allá de estos tres videojuegos realizados íntegramente en Mendoza, Ignacio Baldini expresó que «esta es una industria extremadamente poderosa, muy rica, muy pudiente e inclusiva, que es una de las cosas maravillosas que tiene. Porque cualquiera puede hacer juegos y consumirlos, lógicamente».

«Esta industria vino para quedarse, nos guste o no. Y los argentinos podemos hacer dos cosas: tomarla, adoptarla y aprovecharla o estigmatizarla y no obtener ningún rédito ni beneficio de ella. Yo creo que hay que aprovecharla, con lo inteligente, productivos y laburante que somos los argentinos», agregó Nacho desde Alemania.

¿Cuánto tiempo demanda hacer un videojuego? Los tres emprendedores coinciden en que no se puede determinar, porque depende del tipo de juego. «Algunos pueden tardar un mes y otros cinco años, es muy variable. Nosotros con este vamos a estar un año y seis meses», contó Baldini. Lo mismo sucede con los costos, porque el mayor capital es el conocimiento. Entonces el juego depende de la cantidad de gente que trabaje en él.