En los primeros cinco meses de este año hubo un incremento del 27% con respecto a 2017. Señalan la necesidad de reconvertir las plantas.
En 10 años, las exportaciones locales de manzana cayeron 80%. Según datos de la Fundación ProMendoza, en 2007 el comercio exterior de este producto alcanzó los 34 millones de dólares, monto que cayó a 6,7 millones el año pasado. Sin embargo, en los cinco primeros meses de 2018, en comparación con el mismo período de 2017, se ha registrado un incremento de 27%.
Si bien el mercado internacional, especialmente con el nuevo tipo de cambio, ofrece alternativas a la pérdida de rentabilidad -y la sostenida disminución de la superficie cultivada-, también presenta desafíos. Es que la provincia ha perdido superficie implantada y se siguen cultivando variedades que ya no son tan requeridas, lo que dificulta las posibilidades de insertarse de modo competitivo.
Mario Lázzaro, director de ProMendoza, comentó que luego de 2010, cuando se exportaron manzanas por U$S 30 millones FOB (valor que incluye todos los costos hasta que el producto llega a destino), los montos comenzaron a caer hasta llegar a los U$S 6,7 millones FOB en 2017. Entre otros factores, motivaron esto las retenciones y el cepo cambiario. Como resultado, muchos productores se volcaron al mercado interno y también se perdieron cultivos, que fueron sustituidos por otros estacionales.
Sin embargo, la coyuntura le dio un respiro al sector el año pasado. Europa tuvo heladas primaverales que afectaron a los frutales, lo que ofreció la oportunidad de realizar nuevos negocios y de que repuntaran las exportaciones. Como resultados, la facturación de los exportadores de manzanas mejoró 27% en los primeros cinco meses de este año, pasando de U$S 4 millones FOB enviados entre enero y mayo de 2017 a U$S 5,5 millones FOB en igual periodo de este año.
Lázzaro detalló que desde la entidad buscarán reforzar el núcleo exportador de manzanas que sobrevivió en Mendoza, ver qué se demanda en los mercados internacionales y promover la asociatividad y las cadenas de valor para llegar con precios competitivos. También señaló que la Subsecretaría de Agricultura y Ganadería ha implementado programas de mejoras y ofrece créditos blandos para la reconversión a nuevas variedades y compra de maquinarias.
Del interno al externo
Diego Piermarini, quien es productor de manzana y empacador, comentó que con el tipo de cambio estancado empezaron a desarrollar el mercado interno, pero ahora que la situación se ha modificado, con un valor del dólar más favorable y un consumo local alicaído, se ven obligados a buscar mercados afuera.
Aunque estimó que las exportaciones se incrementarán, también señaló que el panorama es complejo, ya que los compradores internacionales buscaron otros proveedores. Por otra parte, el principal mercado para las manzanas argentinas era Brasil, pero los protocolos de protección contra la carpocapsa (polilla del manzano) que se firmaron son muy rigurosos. De hecho, contó que este año él mismo había realizado algunos envíos a ese país, pero como apareció una larva, no podrán enviar más de la mitad de la producción y deberán buscar otros interesados.
Asimismo, Piermarini planteó que se han erradicado muchas plantaciones de manzana y reemplazado por ajo o vid, y que entre las plantas que quedan predominan las de baja calidad, por lo que es necesario reconvertir a variedades nuevas.
Marcelo Riveira, quien proviene de una familia de productores con una trayectoria de 40 años, incursionó como productor independiente hace unos cinco. Si bien entiende que se ha ido achicando la superficie cultivada por la pérdida de rentabilidad, sostiene que la salida es buscar nichos en el mercado externo y cultivar las nuevas variedades que los consumidores internacionales demandan.
Riveira explicó que la demanda internacional crece a un ritmo de 3% anual, pero la oferta se ha incrementado en un 10% en los últimos 3 años, lo que ha provocado la caída de precios. Ante esto, los principales productores -Estados Unidos, Italia, Chile- han buscado desarrollar variedades con características novedosas (otro sabor, más jugo y efecto crujiente), con lo que logran un precio hasta 50% superior al de los estándares, como la red delicious.
En su opinión, hay que desarrollar proyectos que se orienten desde el mercado y no desde la producción. Para eso, ha empezado a tomar contacto con otros productores con el objetivo de generar un modelo compartido, buscar nichos de mercado externo, identificar qué variedades exóticas requieren y exportar en conjunto de modo de alcanzar el volumen suficiente para lograr un buen acuerdo y reducir los costos de logística.
Por lo pronto, ha generado una superficie de producción con mayor densidad, lo que le ha permitido reducir el tiempo de espera de cinco a tres años para obtener la primera cosecha. Eligió las variedades red chief, un clon de red delicious, y brookfield (clon de gala), que se puede cosechar en forma temprana, lo que le permite llegar al mercado interno cuando la mayoría está ofreciendo manzana de la temporada anterior.
De todos modos, su mira está puesta en la exportación, ya que este año vendieron localmente y tuvieron que sostener los precios del pasado, pese a la inflación.
Se perdió 65% de la superficie cultivada
El último Censo Frutícola Provincial se realizó en 2010, por lo que el Instituto de Desarrollo Rural realizó un relevamiento de campo para actualizar los datos de superficies cultivadas con frutales de pepita. Este estudio permitió conocer que hay 1.223 hectáreas con manzana en el Valle de Uco, lo que implica una caída de 65% con respecto a las 3.447 hectáreas de 2010.
De la superficie actual, 58% se encuentra en buenas condiciones y 10% en regulares, mientras que 13% es nuevo y 17% está abandonado. En cuanto a la distribución, Tunuyán concentra 619 hectáreas, San Carlos 405 y Tupungato 199. Los especialistas del IDR indicaron, en las conclusiones, que observaron muchas propiedades sin cosechar y que la mayoría tiene carga frutal con calibres pequeños, y sólo unas pocas tienen producción con un tamaño mayor y homogéneo.
Raúl Aruani, gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas Frescas de Mendoza (Aspeff), comentó que la producción de pera y manzana arrastra un deterioro en la rentabilidad de años, con una breve recuperación de 2002 a 2007, pero con años siguientes muy malos.
Si bien coincidió en que la suba del dólar genera expectativas para el mercado externo, indicó que la situación encuentra a la provincia con una superficie muy disminuida, cultivos de baja calidad y falta de renovación varietal para ajustarse a la demanda internacional.
Aruani consideró difícil que los productores se sientan motivados para hacer implantaciones nuevas porque la visión a futuro es incierta y se deben esperar cinco años para tener la primera cosecha. Además, en las zonas aptas para buena manzana, las plantas han sido reemplazadas por viñedos de alta calidad enológica y otros por cultivos estacionales.
Por eso manifestó que es necesaria una política de Estado para fortalecer el perfil productivo de la provincia con medidas económicas y administrativas que permitan hacer frente a esos los ciclos que transcurren desde la implantación hasta que la producción está económicamente activa.